9 dic. 2008

Interviú


En nuestro país los premios son vistos con sospecha. ¿A qué creas que se deba esto?

En todas partes ocurre. Además, sospechar es una virtud con la que nacemos en Latinoamérica. Por otra parte, mira todo el malestar (o sospechas) que ha generado Le Clézio después de serle concedido el Nóbel. Precisamente ese premio es el termómetro de los otros. Es decir, la gente hace sus quinielas, opina, desea, postula, inventa, celebra, sospecha… Los premios literarios se han convertido en una pasión deportiva. Pero en fin, y como decía Bioy: “mejor ser premiado que castigado”.

Para leer la entrevista completa pincha acá.

9 comentarios:

Lena yau dijo...

Muy buena la entrevista, Gustavo.

(Aunque un poco corta...me quedé con ganas de leer más!)

Un abrazo!

L.

María Antonieta Arnal Parada dijo...

Muy sincera y buena la entrevista. Tiene un toque de ironía.

Carolina dijo...

Gustavo, me gustó más la entrevista que te hicieron en un blog cuyo nombre no recuerdo, pero sí parte de tus declaraciones. Te preguntan si conociste a Adriano González León y eso me permite contar la única anécdota que tengo con él: Una vez estaba esperando a un amigo en las afueras de un centro comercial en Sabana Grande y oí que alguien dijo: "Adriano, qué más, ¿no has vuelto pa´ Valera?" Y yo me dije: un paisano. Y giré la cabeza en dirección al saludo para ver a los hombres que se encontraban. Y sí, en efecto era el escritor, abordado por un conocido, supongo. Adriano contestó: No, no he vuelto para Valera. Intercambiaron unas palabras más y cada cual siguió su camino. Yo me quedé mirándolo, con ganas de saludarle y salirle con alguna camaradería de paisana, pero la tímidez y esa preferencia que tengo por conocer la obra y no el autor, me ganó y sólo me quedé ahí, parada, con una pose un poco torpe, como una muchacha que ve caminar a una persona famosa y admirada. Así que lo dejé ir. Lo mismo me ha ocurrido con Ednodio Quintero, Gustavo Pereira, Ramón Palomares y otros.
Hace poco escribí un ensayo sobre su obra y me reencontré con "País portátil" y sus cuentos. Yo más grande, más vieja, con otras miradas, un poco más de experiencia, tal vez con la misma tímidez. Fue un buen reencuentro, un mirar un poco para atrás, a esos pueblos de donde también provienen los míos. Luego volví a Valera y entre diligencias me encontré con una callecita nueva y escondida, que lleva su nombre. Me detuve frente al pequeño aviso: Calle Adriano González León. Claro, nadie le llama así, pensé. Seguramente la gente dice: la calle detrás del Mac Donald´s, qué sé yo. Y seguí.
Ahora, no sé por qué te cuento esto.

Jairo Rojas Rojas dijo...

Yo también me uno a esa frase: “mejor ser premiado que castigado” ¡salud!

Luis Moreno Villamediana dijo...

Gustavo:

Me hace sentir un poco amargo, casi cascarrabias, tener que decir esto: las preguntas que prepara la gente de ReLectura son con frecuencia bastante decepcionantes y desconectadas, para nada incitan la continuidad de la charla. De modo que se me ocurren unas preguntas propias: ¿hay alguna diferencia de tensión, de actitud, entre la escritura de poesía y de narrativa? ¿Acaso el sinsentido hallado en uno y otro género es el mismo?

Ojalá te devuelvan “Baroni, un viaje” con el regalo de “Mis dos mundos”. Qué grande, Chejfec.

(Y como corolario de una conversación que viene de otro lado: ¿cuál es tu superhéroe favorito?) (Hablando de desconexión, pero sabes a qué me refiero.)

Gustavo Valle dijo...

-Lena,
María Antonieta:
Gracias.

-Carolina: creo que por eso Borges pidió expresamente que después de muerto no le pusieran su nombre a ninguna calle. Igual de nada sirvió: la calle Serrano pasó a llamarse Borges por orden municipal, aunque no existe nadie en Buenos Aires que la llame así, todos la siguen llamando Serrano.

--Luis: y sí, todos tenemos algo de cascarrabias (a mí me ocurre sobre todo cuando veo televisión), y respeto tu opinión en relación a las preguntas, pero en lo personal pienso que preguntar es, sobre todo, conectar, o hacer el intento de conectar. Por supuesto hay preguntas de todo tipo (irónicas, capciosas, difíciles, facilitas, concha e mango, etc), pero al yo decidir responder este cuestionario, juzgué que sus preguntas lo que buscaban era conocer un poco más de mí, de cómo miraba ciertas cosas, de que actitud tenía, etc. Admiro el género de la entrevista (que de paso he practicado) y tengo dos modelos fundamentales: Jacobo Sefamí, y los reportajes The Paris Review. Estas son entrevistas, digamos, completas, con ánimo totalizador. Pero pienso que, como en otros géneros, la entrevista también ha modificado su lente (me gustan mucho las de Rolling Stone), y ha buscado cierta historia pequeña, "mínima", quizás en busca de una intimidad, no lo sé, y suele temerle a ciertos posturas que hoy en día podrían juzgarse grandilocuentes. A mí, en lo personal, pueden preguntarme lo que sea: desde la banalidad más extrema y frívola (la hora, por ejemplo, aunque eso no sea para nada frívolo), hasta el más urgente y decisivo sentido de la vida (Dios, por ejemplo, aunque eso tampoco sea tan decisivo) Por supuesto otra cosa es que yo pueda, quiera, o esté en condiciones de responder, y de hacerlo bien, o medianamente bien. En fin, esto en cuanto a mi postura como entrevistado, que es lo que nos ocupa (oficio para el que cuento con un experiecnia muy precaria) En cuanto a mi postura como lector de entrevistas (tema infinitamente más interesante) te propongo que lo agreguemos a nuestra agenda cuando nos veamos en marzo.
Un abrazo
G.
PS1: Pronto te respondo la pregunta.
PS2: mi superhéroe favorito se llama Alex Ponex.

Luis Moreno Villamediana dijo...

Gustavo:

Me fregaste por partida doble. Primero, ahora me da un poco de vergüenza haber dejado salir el Mister Hyde (o el Hulk) que se fastidia con algunas preguntas. Supongo que a veces esa búsqueda de la intimidad tiene cabida en una charla que lo recorra todo. De allí que esté de acuerdo contigo: lo que hace Jacobo Sefamí en “De la imaginación poética” es admirable; pocas entrevistas con poetas latinoamericanos he leído que siquiera se acerquen. Es un buen balance entre la historia mínima y la historia de la propia escritura. Y ni hablar de The Paris Review: ahora mismo recuerdo, más que los clásicos reportajes a Faulkner o Hemingway, la entrevista que le hicieron a Guy Davenport, un cuentista interesante y un muy buen crítico y traductor.

Segundo, no tengo idea de quién pueda ser Alex Ponex. Google no me ayudó. Segundo strike…

Un abrazo. Y que te devuelvan el libro de Chejfec!

Carolina dijo...

Gustavo, siguiendo con el tema de los últimos deseos y el incumplimiento de éstos por parte de quienes los sobrevivimos, pienso en Onetti y en su deseo de quedarse con sus huesos en España y el empeño de su país en llevarlo de nuevo a casa. Hace unos meses leí que al parecer el fundador de Santa María será llevado al Uruguay, a pesar de su decisión personal antes de irse. Las ironías de la vida, a Onetti el Uruguay lo tuvo recluído en un manicomio, evitándole así una posible celda en tiempos de dictadura. Manicomio por cárcel, y sólo por haber sido jurado en un concurso literario...

Gustavo Valle dijo...

-Jairo: esa fraase la dijo Bioy después de que le dieran el Cervantes. Está claro que yo hice uso abusivo de ella. Aunque hay quienes dicen que los usos abusivos son los mejores de todos los usos
Salud!