7 ago. 2008

El fabricante de fantasmas


Esta novedad (ya no tan nueva) de Mario Vargas Llosa dramaturgo me hace recordar mucho a Roberto Arlt y su famoso invento de las medias de seda irrompibles.

El cuento es conocido y lo resumiré así: Arlt pensó en crear unas medias lo suficientemente resistentes como para que una dama pudiera bailar toda la noche o cruzar infinitas veces sus piernas sin que apareciera la más mínima fisura. Junto con el actor Pascual Naccaratti instaló un laboratorio en Lanús, y con la ayuda de un químico inglés mezcló diversos tipos de goma líquida, probó una cobertura de latex en la mallas, y encima de unos maniquíes un poco siniestros, intentó dar luz a su octava maravilla.

No era la primera vez que Arlt coqueteaba con inventos. En su novela Los siete locos , Erdosain, el protagonista, soñaba con crear una corbata metálica y una tintorería para perros.

un día fue llamado por Leonidas Barleta para escribir obras de teatro para el Teatro del pueblo, un legendario sitio de la movida independiente. Barletta vio que uno de los capítulos de Los siete locos, era en sí mismo una escena teatral, y con este argumento convenció a Arlt, quien además pensó que con el teatro podía hacer más dinero que con las novelas.

Arlt escribió trece piezas para Barletta. Pero pronto advirtió que para poder escribir y montar lo que le diera la gana (con su propio vuelo, sus invenciones, sus esperpentos), la única forma era contar con su propio teatro y producirse a sí mismo.

Y es aquí donde aparece el asunto de las medias de seda.

Para contar con el dinero necesario, no se le ocurrió mejor proyecto que ése. A simple vista parecía un delirio. Pero en el fondo Arlt tenía muy en claro que: uno, el invento tenía que estar dirigido a las mujeres (todo lo que está dirigido a las mujeres corre con ventaja por sobre cualquier otra cosa), y dos, le granjearía una ascendencia en el universo femenino, nunca despreciable en asuntos sensibles como el teatro. De modo que si Arlt daba con la fórmula mágica su vida cambiaría, abandonaría de una vez por todas las columnas diarias para el periódico El Mundo que consumían todas su fuerzas, y se convertiría en empresario teatral.

Pero las dichosas medias jamás funcionaron. Carecían de la necesaria elasticidad y el resultado fue una cosa rígida y tosca. "Botas de bombero", alguien las llamó. Y tras el fracaso comercial de su invento, Arlt continuó escribiendo.

Eso sí, nunca más volvería a escribir narrativa. Ni una novela más. El teatro, a partir de entonces, lo absorbió por completo. Se dedicó a crear personajes para las tablas, tramar escenas para actores de carne y hueso, pero jamás volvería a la ficción.

La ficción se apropiaría de las corbatas metálicas, las tintorerías para perros y las medias de seda irrompibles.

2 comentarios:

LL dijo...

Y yo que pensaba que lo de Arlt haciendo medias era un invento de Piglia!

Gustavo Valle dijo...

Y sí, la verdad es que este asunto de las medias parece de chiflados, pero la realidad ya nos ha acostumbrado a este tipo de ficciones...